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Nuria Rojas: Entre la volatilidad del mercado y la necesidad de cobertura

15 septiembre, 2025 by William Abrego

En ocasiones existe la percepción de que los mercados financieros, y en general las finanzas, son complicadas.

Es por ello que, en esta ocasión, hablaremos de instrumentos que seguramente has escuchado, pero que son difíciles de entender: los derivados.

Los derivados financieros son contratos que se transaccionan entre dos partes con el principal objetivo de asegurar el precio de un activo; imagina un agricultor que quiere vender su cosecha en unos meses y que quiera fijar un precio desde el inicio de su plantación.

En palabras simples, cuando celebramos un derivado estamos bloqueando un precio acordado hoy para comprar o vender en el futuro, evitando así las fluctuaciones del mercado.

Los activos que pueden cubrirse con instrumentos derivados van desde metales y materias primas, hasta divisas, tasas de interés, acciones bursátiles, entre otros.

Las variables que intervienen dentro de estos contratos son los activos subyacentes; lo que queremos proteger, y los derivados; los contratos cuyo valor depende de los activos subyacentes.

¿Por qué los instrumentos derivados son útiles? Existen diferentes objetivos o razones para utilizarlos, el primero es que te protegen de riesgos; cuando fijamos el precio de un activo mediante un derivado, reducimos la incertidumbre que puede generar la fluctuación de precios.

Por ejemplo, si nosotros quisiéramos comprar un dólar al precio del día de hoy (18.62 M.N.), pudiéramos acordar mediante un derivado que dentro de 6 meses compremos un dólar al mismo precio, incluso si en 6 meses la tasa de cambio se encontrara en 16.00 M.N. o 21.00 M.N.

Los instrumentos derivados se pueden clasificar según el activo subyacente, función económica y el mercado en donde se negocian. Por ejemplo, los derivados financieros están ligados a tasas de interés como bonos del tesoro de EUA, divisas como el dólar estadounidense, acciones como Apple, índices como el S&P500, e incluso criptomonedas como Bitcoin; herramientas sofisticadas de gestión de riesgo y especulación.

Por otro lado, tenemos los derivados no financieros que están ligados a productos básicos como materias primas, energía, clima o bienes raíces; éstos siguen siendo coberturas para sectores productivos como la agricultura, la minería o la energía.

Existen críticas hacia los derivados pues en ocasiones se ven únicamente como instrumentos de especulación, cuando en realidad su función económica es más amplia, pueden servir como seguros para empresas e inversionistas contra la incertidumbre en las tasas, divisas y precios de las materias primas.

También existe la idea de que son activos que únicamente se pueden encontrar en Wall Street, aunque están presentes en la vida económica cotidiana; empresas importadoras los usan para protegerse de las variaciones del tipo de cambio, tesoreros para asegurar tasas de interés, y hasta aerolíneas para fijar el precio del combustible.

Los derivados tienen una doble cara: son útiles como seguro para quienes buscan estabilidad, pero también como una forma de invertir con estrategia para quienes quieren mayores rendimientos. La diferencia no está en el instrumento, sino en cómo se usa y en la responsabilidad de quien lo maneja.

Es importante distinguir que existen mercados organizados y mercados OTC (over the counter).

En los organizados, como el CME (Chicago Mercantile Exchange), los contratos son estandarizados, se negocian en bolsas y cuentan con cámaras de compensación que reducen el riesgo de incumplimiento, ya que la función principal de la cámara que es una institución que garantiza el cumplimiento de los contratos: se coloca como intermediario, para asegurar que comprador y vendedor reciban lo pactado.

En cambio, los OTC son mercados privados, diseñados a la medida, pero pueden tener mayor riesgo de contraparte porque no existe un intermediario que garantice el cumplimiento del contrato.

Lo anterior refleja la tensión entre la seguridad y la flexibilidad: los mercados organizados ofrecen certidumbre y liquidez, pero a costa de menor personalización; los OTC, por su parte, brindan soluciones adaptadas a necesidades específicas, aunque con riesgos.

En la clasificación de instrumentos derivados contamos principalmente con futuros, opciones, forwards y swaps. Los futuros son contratos estandarizados para comprar o vender un activo en una fecha futura a un precio pactado.

Las opciones otorgan el derecho, pero no la obligación, de comprar (call) o vender (put) un activo. Los forwards, en cambio, son acuerdos privados y hechos a la medida entre dos partes para fijar hoy el precio de una transacción que ocurrirá en el futuro; por ejemplo, un agricultor que pacta con un molino para venderle su cosecha a un precio ya definido, eso sin importar cómo cambie el mercado después.

Finalmente, los swaps son como un intercambio de condiciones: dos empresas acuerdan cambiar entre ellas sus flujos de efectivo como tasas de interés o divisas. Por ejemplo, una empresa con deuda a tasa fija puede intercambiarla con otra que tiene deuda a tasa variable, de modo que ambas se benefician según lo que más les convenga.

En pocas palabras, cada tipo de derivado responde a necesidades distintas, desde protegerse contra la volatilidad hasta aprovechar oportunidades de rentabilidad con diferentes niveles de riesgo.

En conclusión, los derivados son instrumentos que pueden funcionar como seguros financieros para brindar certidumbre y estabilidad en entornos en donde los precios pueden cambiar rápidamente y la incertidumbre es alta. Por lo tanto, te invito a reflexionar sobre qué da un valor más alto: ¿la posibilidad de vender a un mayor precio, o la tranquilidad de saber que tu negocio seguirá en pie mañana?

Este artículo contó con la colaboración de Daniel Partida, Kael Mendoza y Enrique Negrete, alumnos de Finanzas del Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey.

La autora es Profesora e Investigadora del Departamento de Contabilidad y Finanzas del Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey. Adscrita al Centro de Investigación FAIR Center for Financial Access, Inclusion and Research del Tecnológico de Monterrey y coautora del libro Cultura Financiera: Mi dinero, mi futuro.

William Abrego
William Abrego

Soy William Abrego, me uní como ejecutivo de SEO y me abrí camino hasta el puesto de Gerente Asociado de Marketing Digital en 5 años en Prudour Pvt. Ltd. Tengo un conocimiento profundo de SEO en la página y fuera de la página, así como herramientas de marketing de contenido y diferentes estrategias de SEO para promover informes de investigación de mercado y monitorear el tráfico del sitio web, los resultados de búsqueda y el desarrollo de estrategias. Creo que soy el candidato adecuado para este perfil ya que tengo las habilidades y experiencia requeridas.

Enlace de origen : Nuria Rojas: Entre la volatilidad del mercado y la necesidad de cobertura

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