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2027: el voto bajo sospecha

11 septiembre, 2025 by William Abrego

Dos asesinatos recientes en Estados Unidos revelan más que una tragedia local: exponen la manera en que nuestras sociedades están siendo reconfiguradas por la violencia y la polarización.

Iryna Zarutska, refugiada ucraniana de 23 años, sobrevivió a los bombardeos de Kyiv para ser asesinada en un tren de Carolina del Norte. Charlie Kirk, activista conservador y figura cercana a Donald Trump, cayó abatido por una bala mientras hablaba en un campus universitario de Utah. Dos vidas que no se parecían en nada, unidas por el mismo desenlace: la muerte violenta en un país que oscila entre el ruido ensordecedor de las redes y los silencios que nadie quiere nombrar.

En el caso de Iryna, el ruido fue inmediato: un video viral del ataque, repetido sin cesar, mientras su familia pedía respeto. El silencio, en cambio, fue el del debate de fondo: un sistema incapaz de atender la salud mental, garantizar seguridad en el transporte o proteger a quienes buscan refugio.

La muerte de Kirk produjo lo contrario: una avalancha de discursos políticos, banderas a media asta, acusaciones de “asesinato político”. El ruido cubrió la pantalla global, pero el silencio se mantuvo en lo esencial: cómo contener la violencia en una sociedad que hace tiempo normalizó la polarización como forma de vida.

Lo que pasa allá no es ajeno aquí. México también está atrapado en esa paradoja: hablamos sin descanso de escándalos, encuestas o declaraciones, mientras callamos lo que sostiene la violencia cotidiana. Se multiplican los videos de ejecuciones en redes, pero el silencio persiste sobre la impunidad que las permite. Se viralizan discursos de odio en campañas, pero el silencio cubre a las instituciones que deberían frenarlos. El ruido es inmediato; los silencios son los que sostienen el sistema.

Y mientras tanto, la conversación global gira en torno a la inteligencia artificial. Generadores de video, voces sintéticas, imágenes imposibles de distinguir de lo real. La pregunta es inevitable: si con los hechos comprobables ya estamos divididos, ¿qué pasará cuando consumamos tragedias o discursos creados por algoritmos? Si hoy los jóvenes crecen entre videos que no sabemos si son auténticos, mañana convivirán con narrativas diseñadas para multiplicar miedos y fabricar enemigos.

El riesgo no está en la tecnología, sino en lo que decidimos hacer con ella. Porque lo que la IA amplifica no es otra cosa que nuestros propios silencios: los que permiten que la violencia avance sin respuestas, los que hacen que la corrupción se normalice, los que vuelven invisible la desigualdad.

Octavio Paz escribió que “el silencio es el fondo de donde brota la palabra”. Hoy deberíamos preguntarnos si ese fondo no se ha convertido en un techo. Un techo que limita lo que se puede decir, lo que se puede mostrar, lo que se puede creer. Y ese límite lo deciden, cada vez más, los algoritmos y los poderes que los manejan.

El 2027 será el laboratorio definitivo: la primera elección donde la inteligencia artificial dejará de ser un recurso de campaña para convertirse en árbitro invisible de la contienda. Si hoy los algoritmos ya deciden qué vemos y qué olvidamos, mañana moldearán emociones, fabricarán escándalos y sembrarán miedos capaces de inclinar urnas.

Una imagen manipulada podrá hundir a un candidato en horas; un audio sintético dinamitar una trayectoria; un video despertar odios masivos. Lo que antes eran rumores serán armas multiplicadas por millones de pantallas. Y el electorado, sobre todo el joven, crecerá consumiendo no la verdad, sino la verosimilitud que los algoritmos diseñen a la medida de sus miedos.

ANTES DEL FIN

La política mexicana no puede llegar desprevenida. Si algo enseñan las muertes de Iryna y Kirk es que el ruido y la polarización matan tanto como las balas. Y en 2027, cuando la IA empiece a decidir qué creemos, a quién odiamos y qué votamos, el verdadero campo de batalla no será entre partidos, sino entre la mentira amplificada y nuestra capacidad de escuchar los silencios que resisten.

Ese será el punto de quiebre: o seguimos siendo una democracia sostenida en ciudadanos capaces de discernir, o nos convertimos en una simulación gobernada por algoritmos. Lo que estará en juego no será solo quién gana, sino si aún somos dueños de nuestra voz o si la hemos cedido —por cansancio, miedo o silencio— a un ruido sin fin.

William Abrego
William Abrego

Soy William Abrego, me uní como ejecutivo de SEO y me abrí camino hasta el puesto de Gerente Asociado de Marketing Digital en 5 años en Prudour Pvt. Ltd. Tengo un conocimiento profundo de SEO en la página y fuera de la página, así como herramientas de marketing de contenido y diferentes estrategias de SEO para promover informes de investigación de mercado y monitorear el tráfico del sitio web, los resultados de búsqueda y el desarrollo de estrategias. Creo que soy el candidato adecuado para este perfil ya que tengo las habilidades y experiencia requeridas.

Enlace de origen : 2027: el voto bajo sospecha

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