La sangre
La sangre llama. (Se refiere al valor de la familia).
Sangre, sudor y lágrimas. (Se refiere al esfuerzo intenso para alcanzar un objetivo).
La primavera la sangre altera. (Cada uno la interpreta).
Azote de madre, ni rompe hueso ni saca sangre. (Educación de otros tiempos no apta para la generación de cristal).
Me hierve la sangre. (Referente al sentimiento de coraje y carácter).
Sangre de atole. (Simpatía de algunos políticos).
La cultura e idiosincrasia mexicana utilizan la palabra sangre para referirse a distintos aspectos de la vida y las relaciones humanas, como puede apreciar usted, amigo lector, al inicio de esta entrega con algunos ejemplos de dichos populares.
El ser humano ha tenido siempre una relación especial con la sangre. Su interpretación ha ido transformándose hasta convertirse en algo que, de presentarse, significa para algunos drama o dolor. Si usted, en alguna ocasión, ha sufrido un accidente donde la sangre aparezca, espero que no, y de haberlo sufrido, que no haya sido grave. Si hace memoria, el cuerpo despierta mecanismos de defensa y el dolor se inhibe; de hecho, el sangrado no causa dolor, es más la impresión de nuestra conciencia la que nos hace reaccionar de distintas maneras. Es tremendamente aparatosa. Cuántas veces hemos visto sangre en el rostro de alguien y al recibir ayuda médica la herida es mínima y el accidentado no presenta dolor.
En la tauromaquia, cultura con medio siglo en este país, la sangre está presente. Las pulsaciones de los toreros se disparan, lo mismo las del toro, animal con un poder físico que poca gente en realidad es capaz de dimensionar.
En la historia de la tauromaquia no ha muerto un solo toro por desangrarse. El toro de lidia tiene en su cuerpo un promedio de 28 litros de sangre. Comprobado está que, durante la lidia, el toro bravo puede perder 4 o 5 litros, lo que no es significativo ni en su desempeño, no pone en riesgo su vida y menos implica sufrimiento, ya que este último está solo relacionado a la conciencia, de la que los animales carecen.
Vivimos tiempos en los que, al humanizar a los animales, la gente ha perdido la noción de la verdad y la realidad. La sociedad se ha deshumanizado hacia sus congéneres. El Congreso de nuestro México querido aprobará una ley a favor del bienestar animal, lo cual el gremio taurino celebra. Dicho por los congresistas, el mayor abuso animal radica en las mascotas y animales de compañía. Esta ley que beneficiará la relación entre el ser humano y los animales, debe, sin cortapisa, clasificar estrictamente y con sentido común e información fidedigna, sin opiniones juiciosas, la relación del ser humano con cada tipo de animal, llámese de compañía, abasto, trabajo, deporte o espectáculo.
La tauromaquia, la charrería y la gallística merecen atención especial, diálogo e imparcialidad por ser costumbres y tradiciones de los mexicanos.
No seremos un mejor país sin tauromaquia; ésta es ecología, cuidado de los toros y vacas, especie única que puede extinguirse por falta de conciencia política y social. Menos del 8 por ciento de la cabaña brava llega a la plaza. El toro muere con dignidad con base en una tradición reglamentada que es sostenida por la creación del arte. Muchos no lo entienden, eso no significa que esté mal.
Seremos un mejor país si la prioridad del Gobierno es la educación, el deporte y la libertad. En lo que todos los mexicanos, taurinos y no taurinos estaremos siempre de acuerdo y debemos exigir, es UN MÉXICO SIN SANGRE. Aquí sí que estamos todos de acuerdo.
Legislen a favor de la seguridad, educación, oportunidades, salud, economía, ecología y comunicaciones. En generar una vez más hermandad, no división. Cuando alcancemos eso como país y sociedad, bien podemos hablar sobre nuestras tradiciones y nuestra relación con los animales. Al toro lo defendemos y cuidamos los taurinos.
El toro bravo representa 170 mil hectáreas en perfecto estado ecológico. Cada boleto pagado para asistir a los toros contribuye al mantenimiento del aire puro, agua y miles de especies que viven en paz al lado del toro bravo. Ojo con esto, señores congresistas. La tauromaquia no es solamente el festejo taurino. Dialoguemos.
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