El cohete que no vimos
Imaginen que el ‘Ángel’ de la Independencia es lanzado al espacio con todo y su columna. Ahora supongan que mide tres veces su altura.
Metros más metros menos, 125 metros es el tamaño del cohete espacial más grande del mundo.
El domingo por la mañana cerca de la Isla del Padre, en Texas, apenas a unos metros de la frontera con México, el cohete de esa nave llamada Starship consiguió algo inaudito al primer intento.
La humanidad ya tiene razones válidas para pensar que esta vez, una de sus comunidades puede vivir en la Luna próximamente. De paso, se confirma el despegue de una nueva industria mundial.
Medios impresos sudamericanos como La Nación, de Argentina, y el brasileño Folha de S. Paulo, publicaron fotos en primera plana en sus ediciones del lunes para registrar el suceso. El británico Financial Times, también.
Ni hablar de los medios estadounidenses: The Wall Street Journal lo hizo, incluso The Washington Post llevó una pequeña nota en la parte baja de su portada, que significó un reconocimiento tácito: el dueño de ese diario, Jeff Bezos, aceptó de esa manera el adelanto de su principal competidor por la carrera espacial, Elon Musk, propietario de la empresa SpaceX, creadora del Starship.
Entre los medios mexicanos más importantes no hubo uno solo que hiciera referencia al suceso en su portada. La ridícula tómbola de jueces en el Senado y el paso de un cometa que puede verse a simple vista desde Yucatán, se apropiaron de nuestra atención.
He escuchado varios argumentos para defender la poca atención que debemos poner en la acelerada carrera espacial.
Incluso algunos me advierten que fui engañado, que es una conspiración, que los humanos no han llegado a la Luna… que la Tierra es plana (sí, me lo han dicho).
Mi deber es avisar ¿Mi opinión? Que esto cambiará la historia humana más que la llegada de los automóviles. Si Monterrey quiere otros 100 años de prosperidad, es hora de formarse en esta otra fila de la Isla del Padre.
Revisen los nombres de las personas involucradas en la nueva era espacial y el tamaño de sus fortunas. En Estados Unidos son los números uno y dos en la lista de multimillonarios de Bloomberg: Musk, con 240 mil millones en su haber; Bezos, con 212 mil millones.
Ambos, contratados por la NASA para culminar el proyecto de regresar a la gente a la Luna dentro del proyecto Artemisa.
Ustedes tienen derecho a ignorarme. Pero echen un ojo a los cientos de preparatorianos y universitarios mexicanos que participaron este mes en el “NASA International Space Apps Challenge”, durmiendo en salones de clases durante un fin de semana para preparar sus proyectos en este concurso internacional que culmina el 29 de octubre.
Es una convocatoria para diseñadores, narradores, creadores, tecnólogos e innovadores de todo el mundo para reunirse y ayudar con tareas que vienen en la industria espacial, negocio que la consultora McKinsey estima en más de 630 mil millones de dólares para este año.
Asistí a uno de esos encuentros de estudiantes. Unos niños mexicanos que no han llegado a los 20 años crearon una pelota que con motores ‘simula’ gravedad en el espacio, para que astronautas alivien su presión emocional jugando “tenis”. Esa industria no solo es de cohetes.
Estados Unidos no es el único país en la carrera, China, Rusia, India, varias naciones de Europa están ahí. En el Museo del Futuro en Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos, avizoran la instalación de un cinturón de paneles solares en toda la Luna, para generar electricidad con luz solar y enviar desde allá las necesidades de energía de la Tierra vía microondas. Técnicamente es posible. Para conseguir todo eso es indispensable abaratar los envíos de cohetes, reutilizándolos.
En ese afán es necesario que la nave Starship salga y regrese a la Tierra de manera segura, esa tarea la cumplió SpaceX hace meses; faltaba que el cohete que impulsa a esta nave regresara a los “brazos” de su plataforma de lanzamiento, suavemente. Lo logró el lunes.
La humanidad avanza con o sin mexicanos. Afortunadamente hay algunos en la avanzada: Gustavo Medina Tanco, en la UNAM; Caty Ramírez en Spaceportmx y Andrés Martínez, en la NASA…
Por cierto, la ‘atrapada’ del cohete del Starship aquí está, por si no la vieron.
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