Banxico tomó la decisión correcta
El pasado jueves 8 de agosto, la Junta de Gobierno del Banco de México decidió por mayoría reducir el nivel de la tasa de referencia en 25 puntos base (0.25 puntos porcentuales) a 10.75 por ciento (“Inminente recorte de tasas de Banxico”, 6 se agosto). La decisión estuvo muy dividida. Por un lado, poco más de la mitad de los analistas de mercado anticipaban que Banxico dejaría la tasa sin cambio, mientras que menos de la mitad anticipábamos una reducción. Por otro lado, tres miembros de la Junta de Gobierno votaron por una disminución de la tasa: la gobernadora Victoria Rodríguez y los subgobernadores Galia Borja y Omar Mejía; y dos por mantenerla: los subgobernadores Irene Espinosa y Jonathan Heath.
Así, si ponemos en perspectiva que la inflación general se ha estado incrementando en los últimos meses y que está a niveles de poco más de un año, cerca de 6.0 por ciento, así como el reciente fortalecimiento significativo del dólar, sobre todo con respecto al peso, estaba muy difícil tanto pronosticar, como decidir una reducción en la tasa de referencia. No obstante lo anterior, a pesar de esta encrucijada, considero que la Junta de Gobierno tomó la decisión correcta y de la forma correcta (“La encrucijada en la que se encuentra Banxico”, 9 de julio). Es decir, decidió disminuir la tasa, hacerlo con una Junta de Gobierno dividida y enviar un mensaje que señala la posibilidad de continuar bajando tasas hacia delante.
Era importante continuar con el proceso de disminución del altísimo nivel de restricción monetaria en el que nos encontramos, máxime que ha habido un avance significativo en la inflación subyacente, que se encuentra en 4.0 por ciento, su menor nivel en más de tres años. Asimismo, aunque no es el objetivo del Banco de México, la actividad económica es un determinante clave en la capacidad de las empresas de poder transmitir mayores precios a los consumidores y la economía lleva tres trimestres desacelerándose. Al inicio, la desaceleración parecía transitoria, como comenté en este espacio en su momento (“Desaceleración económica: ¿tendencia o bache en el camino?”, 9 de abril), pero ya no lo es (“Actividad económica: ya no parece ‘bache en el camino’”, 16 de julio).
Con los datos que tenemos de la primera mitad del año y sabiendo que en año electoral usualmente se observa una desaceleración de julio a diciembre por el cambio de administración tanto a nivel federal como estatal, es factible que nuestra economía crezca menos de 2.0 por ciento este año. Esto contrasta significativamente con la mediana de los analistas por arriba de 2.5 por ciento de hace apenas unos meses. Asimismo, los indicadores oportunos como el Indicador IMEF manufacturero lleva ya cuatro meses en terreno de contracción (por debajo del umbral de 50). Por su parte, el empleo formal ha registrado tres meses de caída en el número de empleados registrados en el IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) durante el primer semestre el año. Esta pérdida de empleo ha ocurrido en todos los subsectores que reporta el IMSS; salvo en la construcción.
En mi opinión, no hace falta tener una tasa de política monetaria tan alta en un panorama de desaceleración económica como el que estamos viviendo, máxime a la par de una inflación subyacente anual baja. No tengo duda, Banxico tomó la decisión correcta. De acuerdo con el propio staff del Banco de México, un nivel de tasa nominal por arriba del intervalo entre 4.9 y 6.5 por ciento (utilizando el objetivo de inflación de 3.0 por ciento) puede ser considerado que se encuentra en ‘terreno restrictivo’. En este sentido queda claro que no se trata de ‘tirar la toalla’ en el combate a la inflación, sino de adaptar el nivel de la tasa de política monetaria al nuevo escenario macroeconómico. Máxime que es muy factible que el Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) pronto disminuya la tasa de referencia, lo que quitaría presiones en el tipo de cambio (que considero que ya lo ha empezado a hacer).
Ahora bien, aunque no es el objetivo del Banco de México, los participantes de los mercados financieros internacionales estaban más preocupados por el crecimiento económico de México y porque adicional a ello, podría hacer más difícil para el gobierno federal hacer el ajuste fiscal necesario en 2025, que por la inflación, cuyo componente subyacente observa una clara tendencia a la baja. La nueva administración sabe que tiene que llevar a cabo un recorte del gasto público de dos a tres puntos porcentuales del PIB el año que entra, para llegar a un déficit sostenible con un cociente de deuda a PIB constante. No obstante lo anterior, un ajuste fiscal procíclico (i.e. bajar el gasto cuando la economía se desacelera) puede ocasionar un mayor deterioro del dinamismo de la actividad económica y que no se logre un cociente de deuda constante al incidir en el denominador (el PIB). Así, al observar el recorte de tasas de Banxico, los participantes de los mercados tomaron con beneplácito tanto la acción de la Junta de Gobierno como el tono menos restrictivo del comunicado que acompaña la decisión.
Cabe señalar que aplaudo la decisión dividida. Filosóficamente me encanta porque lo que se desea es que no sea una sola persona la que toma la decisión de política monetaria, sino un órgano colegiado, en el que las diferencias de opinión y los diferentes ángulos en el balance de riesgos enriquezcan el análisis. Por otro lado, sin que sea planeado, pero sí por construcción, Banxico no está enviando una señal de que bajarán las tasas muy rápido e inclusive aumentando el ritmo, sino que todavía se encuentran en modo cauteloso y los activos financieros descuentan pocas bajas de tasas de interés. Recordemos que las expectativas juegan un papel muy importante y aunque Banxico solo hubiera bajado 25 puntos base, con una decisión unánime y un mensaje más laxo, las tasas de interés en el mercado se pueden haber caído mucho más y tener un efecto diferente al que la Junta de Gobierno desea instrumentar. Hacia delante anticipo que Banxico podrá llevar a cabo un ciclo de baja de tasas consecutivo hasta llegar a una tasa nominal de 7.50 por ciento, probablemente en algún momento del año que entra.
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