Polarización, gobernabilidad y Seguridad Nacional
La polarización como una herramienta para acceder y mantenerse al poder, no es exclusiva de Andrés Manuel López Obrador. Después de la Segunda Guerra Mundial, libros y académicos han dedicado tomos, artículos y análisis para entender este fenómeno. Buscando lecciones aprendidas para que la ciudadanía, la comunidad internacional, no permitiría de nuevo, que surgieran gobiernos populistas con tendencias autoritarias, que, usando la polarización, con apoyo de las fuerzas armadas, puedan mantenerse en el poder.
Surge de nuevo un tsunami de interés sobre este fenómeno con la llegada de Donald Trump a la presidencia en el 2016, donde con tweets diarios marcaba la agenda diaria, usando la polarización como plataforma de gobierno. De hecho, una reconocida académica estadounidense, afirma que los Estados Unidos va en ruta a una guerra civil por la evidente polarización en cuestiones políticas, raciales, económicas y religiosas.
En los últimos 50 años este tipo de división resultó en gobiernos fallidos, economías destrozadas, pueblos enfrentados, violencia, guerra y muerte. Estados Unidos ha promovido su democracia alrededor del mundo como objetivos que aseguraban la viabilidad de una nación y el bienestar de su pueblo. Y de hecho, en este momento se debate el futuro de la democracia del vecino, apostándole a un proceso electoral donde el candidato que más moviliza a los electores accede al poder. Pero la movilización del voto no es suficiente ni en Estados Unidos, ni en México. La indignación que surge ante la polarización es la gasolina que mueve el voto.
Lo que suceda en los procesos electorales en los siguientes 12 meses, en Estados Unidos y en México, definirá la gobernabilidad en ambos países, sin importar necesariamente quién gane. Porque pase lo que pase, un importante porcentaje de los electores estará enojado, defraudado y dispuesto a no reconocer al ganador de la contienda.
La pregunta es qué pasos tomarán los “perdedores”: ¿Movilizaciones, violencia, guerra?
Colegas analistas estadounidenses señalaban que no más que una guerra civil, lo que está surgiendo en el vecino del norte es una polarización por estado y comunidad, en donde pobladores empujarían a personas que perciben como diferentes o que hayan votado en contra de su candidato, a abandonar su hogar y mudarse a un estado con políticas similares. Es la balcanización de los Estados Unidos, esta solución a corto plazo podría evitar un enfrentamiento violento entre ciudadanos estadounidenses.
Pero en el caso de México, la polarización promovida por el Presidente López Obrador no solo gira alrededor de la división entre fifi-conservador-ricos-clase media, contra chairos, pobres, liberales y obradoristas. Pero también incluye las destrucciones de instituciones que juegan un papel en mediar entre las diferentes fuerzas y establecer las reglas del juego. El otro aspecto de la polarización “obradorista”, que no está definida claramente pero que podría jugar un papel decisorio, es el papel de las fuerzas armadas: ¿Seguirán defiendo la constitución, al caudillo o a la persona que seleccione el caudillo?
La polarización tiene que considerarse en el ámbito de la seguridad nacional por varias razones incluyendo las dificultades de encontrar consensos para resolver problemas, las dificultades de establecer límites y control en la población cuando sea necesario -protegiendo el estado de derecho, las instituciones y los procesos electorales. El promover la polarización dificulta la posibilidad de llegar acuerdos, debilitando el estado de derecho y la economía. Pero lo más preocupante para México y Estados Unidos, es la posible ingobernabilidad y violencia que pudiera surgir.
Reconociendo esta situación hay pasos que puede tomar un presidente y los líderes políticos y comunales para prevenir o mitigar la violencia, son breves pero poderosos: 1. Palabras cuentan y el líder debe de ser consciente si sus palabras y acciones promueven la violencia. 2. Iniciar un proceso de acercamiento con la oposición para asegurar la gobernabilidad. 3. Respetar el estado de derecho, 4. Construir alianzas entre todos los actores políticos, particularmente los más beligerantes. 5. Asegurar que el gobierno tenga negociadores capacitados y con experiencia.
Pero lo más importante es tener gobernantes que estén dispuestos a considerar que la polarización, aunque poderosa, también destruye legados, comunidades y países. Y en este sentido, la historia es bastante crítica y cuestiona a los populistas. En general, estos gobiernos acaban cuestionados y desgastados por los electores y la población en general.
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