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Las finanzas públicas al mes de marzo no fueron nada halagüeñas. Tal vez por eso el Presidente, en la mañanera del 1 de mayo, afirmó que habría una crisis en 2025, producto de factores externos. Ya con eso puede, si acaso es necesario, decirnos en unos meses que, como él ya había previsto, desde el exterior se promovía una crisis económica en nuestro país y que, producto de conservadores y neoliberales, la habrían adelantado.
Por primera vez, el costo financiero para el gobierno federal superó un billón de pesos en los 12 meses que terminaron en marzo. Por primera vez, el gasto no presupuestario superó los 2 billones de pesos. El costo financiero está creciendo a un ritmo de casi 30% anual y, siendo optimistas, cerrará este año en 1.1 billones, y el gasto no presupuestario en poco más de 2.3 billones. Manteniendo el gasto presupuestal sin crecimiento alguno, en términos reales, el gasto total del gobierno llegará a 8.5 billones de pesos al cierre del año.
El tema es que los ingresos no van a llegar tan lejos. La apuesta de que los ingresos tributarios alcanzarían 4.5 billones ya no se ve posible. El acumulado de 12 meses a marzo los ubica en 3.8 billones, y de ellos, 3.5 billones provienen de IVA e ISR, los dos grandes impuestos. Estos, sin embargo, sufrieron en marzo una caída monumental, sólo superada por la ocurrida en abril de 2020, en pleno confinamiento. Si hay suerte, para el cierre del año estarán más o menos ahí donde están ahora. Del resto de los ingresos no puede esperarse nada espectacular, de forma que los ingresos totales del sector público rondarán 7 billones de pesos para fin de año.
El déficit, en consecuencia, será de 1.5 billones de pesos. Si consideramos que el PIB promedio del año estará en poco menos de 31 billones (con un crecimiento de 2% y una inflación, es decir, deflactor del PIB, de 6%), entonces el déficit estará en los linderos del 5% del PIB. Ese nivel ya no es aceptable, como hemos dicho en diversas ocasiones.
Hay muchas cosas que pueden cambiar: la desaceleración puede ser más rápida; la inflación puede ser más resiliente; las tasas de interés, en consecuencia, pueden tardar más en bajar. No se me ocurre cómo podrían las finanzas mejorar en los meses que faltan, pero sí cómo podrían ser un poco peores.
Hacienda intenta evitar que esto sea claro reduciendo el gasto en las dependencias públicas. En el trimestre, el gasto programable se contrajo en -10%, en términos reales. En las secretarías, la caída fue de -19%. La caída principal ocurre en Turismo (Tren Maya), pero no es menor la contracción que sufre Agricultura (4 mil millones), Seguridad Pública (3 mil 500) o Comunicaciones (2 mil millones). Ya no pueden quitar mucho de las demás, porque llevan cuatro años ahorcándolas.
No sé si les dará tiempo de esconder el desastre de las finanzas públicas hasta la elección de 2024. El Presidente tampoco lo sabe, y por eso ya empezó a hablar del tema. Dudo que le sirva de mucho, pero algo tiene que hacer. Si las cosas se complican, intentará convencer a sus votantes de que él no tiene la culpa, y que es un evento externo. Intentará repetir lo del “anillo al dedo” que fue la pandemia.
Sin importar esos detalles, lo relevante para los mexicanos es que el gobierno ha dejado de funcionar, y no podrá hacerlo por varios años más. Perdió todo el capital humano, el andamiaje institucional quedó totalmente desajustado y no habrá dinero suficiente. No importa qué digan en el show cómico-mágico-musical, ésos son los hechos.
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