Dimensionar amenazas

En las semanas anteriores, algunos diputados y senadores estadounidenses, tanto republicanos como demócratas, han llamado la atención sobre la amenaza que para su país representan los grupos delincuenciales ligados al narcotráfico que operan en México. Llaman a designarlos como organizaciones terroristas, e incluso a que se permita a tropas de su país combatirlas en nuestro territorio.
Esas declaraciones han hecho mucho ruido, pero difícilmente tendrán mayor repercusión. Lo primero a considerar es que fueron emitidas por unos cuantos de los 100 senadores y 435 representantes que hay en el Congreso.
Se produjeron, además, en el periodo en que, como cada año, acuden a rendir cuentas los funcionarios del Ejecutivo. La costumbre es interrogarlos agresivamente y obligarlos a dar respuestas comprometedoras. En particular los cuestionan sobre los errores e insuficiencias que han mostrado. A ellos lo que más les preocupa es que no les recorten el presupuesto o les pongan barreras a sus programas.
Obviamente, en ambos lados hay una intención política. El partido en la oposición exagera el mal desempeño del partido en el gobierno. Ellos, a su vez, exaltan lo que pudieron hacer bien y soslayan sus yerros.
Por otra parte, la actual administración no parece estar muy interesada por ese tema. Cumpliendo con su obligación legal, en octubre pasado presentó su estrategia de seguridad nacional para este año.
Si observamos el orden en que se presentan las regiones del planeta que les preocupan, nos daremos cuenta de que lo que ellos llaman hemisferio occidental (América Latina y el Caribe) está en penúltimo lugar, antes de África. Y dentro de los asuntos que allí consideran amenazas, hasta el final está el de las organizaciones criminales trasnacionales. Antes pusieron a la migración indocumentada, las pandemias, la debilidad económica, el cambio climático y la fragilidad democrática.
Además, lo que realmente les inquieta es que esas organizaciones faciliten el establecimiento en la región de equipos militares o de inteligencia de sus adversarios (notablemente de China y Rusia). Por eso, para enfrentarlas, se limitan a lo que ha sido tradicional: compartir información y asistir a los países del continente para que mejoren sus cuerpos policiacos y refuercen sus sistemas judiciales.
En otro documento, la evaluación anual de amenazas, elaborado por la comunidad de inteligencia (febrero 2023), se informa al Congreso cuáles son las asechanzas más serias y directas para la nación. Luego de China, Rusia, Irán y Corea del Norte, se enlistan el cambio climático, las pandemias, el atraso tecnológico, los ciberataques, la proliferación de armas nucleares, la migración descontrolada y el terrorismo.
Hasta el final quedó el crimen trasnacional. Y dentro de ese rubro, lo que los pone más nerviosos no son la producción y tráfico de sustancias ilícitas o el efecto sobre la salud de su población.
Ponen el acento, más bien, en el lavado de dinero, que socava la integridad del sistema financiero internacional y de su país. Detallan cómo se utilizan empresas fantasma para mover grandes cantidades de efectivo, enviar remesas, hacer transferencias, comprar propiedades o hacer depósitos estructurados.
Y, nuevamente, ven en ese fenómeno el riesgo de que permita el avance de los intereses de sus adversarios (China y Rusia) en la región.
Aseguran que los cárteles mexicanos son los productores y proveedores dominantes de las drogas (heroína, metanfetaminas, cocaína sudamericana y fentanilo) que inundan su mercado. En el caso del fentanilo especifican que los cárteles obtienen precursores químicos aquí, porque hay muchas sustancias de uso dual que están mal reguladas, o de China, que llegan etiquetados de otra forma a puertos del Pacífico.
La poderosa oficina de contabilidad gubernamental (GAO) del Congreso también produce un análisis de amenazas a la seguridad nacional, con información de los departamentos de Estado, Defensa y Seguridad interior, además del directorado nacional de inteligencia.
Su lista es más amplia que las anteriores. Incluye temas como el exagerado poder de las corporaciones, las operaciones de desinformación, la inteligencia artificial descontrolada, los gobiernos inestables, los drones o los misiles hipersónicos. Sorprendentemente, el crimen trasnacional casi no aparece.
La opinión pública americana tampoco concede mucha atención a los cárteles mexicanos. En la última encuesta publicada por Statista, son China, Rusia, Irán y Corea del Norte (otra vez) los que les quitan el sueño. Temen más a los avances tecnológicos que a los narcotraficantes del sur.

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