Equilibrios y desencuentros
Todo indica que las cosas no pintan bien para las pretensiones electorales y reformadoras del movimiento regenerador que se ha topado con un actor determinante en el ejercicio del poder público.
De inicio, fueron echadas por tierra las iniciativas de reforma constitucional en materia electoral cuyo objetivo, a todas luces, era la captura del Instituto Nacional Electoral y la modificación de las reglas del juego. A ello siguió el famoso “plan B” preparado de antemano como medida contingente ante la eventualidad del rechazo del plan original, que ahora ha quedado también en suspenso por determinación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Paralelamente se puso en marcha el llamado “plan C” consistente en la colocación de consejeros pertenecientes al movimiento en el poder, como reemplazo de los que deberán concluir sus encargos en el INE el próximo mes de abril de este año, todo en medio de una polémica sobre la transparencia de las calificaciones obtenidas en la evaluación a que fueron sometidos los aspirantes y que podría conducir también a demandas ante los órganos jurisdiccionales.
El gobierno ha echado mano de todos los recursos a su disposición para asegurar el triunfo en los procesos electorales en puerta, pero se ha visto enfrentado a dos factores de gran relevancia: el primero, al rechazo ciudadano, expresado de manera multitudinaria y recurrente en calles y plazas de diversas ciudades dentro y fuera de nuestro territorio. El segundo, la revisión, por parte de la Corte, de la constitucionalidad de las reformas planteadas por el ejecutivo, erigiéndose, como compete a su investidura, en un elemento de equilibrio y contención del poder mismo.
Los evidentes desencuentros entre el ejecutivo y el judicial alcanzan niveles no sólo de descalificación, sino de virulencia y amenaza, por más que la narrativa cotidiana pretenda minimizar los hechos.
Pero el tema de la democracia ya no es sólo doméstico, ha trascendido las fronteras y generado acaloradas declaraciones con nuestro vecino del norte, enrareciendo el ya de por sí nebuloso panorama en la compleja relación bilateral que se ha complicado por las acusaciones mutuas en el tema del trasiego de fentanilo y el abastecimiento de armas a los grupos criminales en México.
El ambiente se tensa a cada momento. Las expresiones de descalificación hacia los adversarios señalados como conservadores, públicos o privados son cada vez más estridentes y reflejan tanto molestia como preocupación.
La temperatura se eleva, el malestar social va en aumento y los eventos multitudinarios para mostrar músculo se tornan en el recurso prioritario en la batalla política.
La pelota está en la cancha de la Corte Suprema.
Al tiempo.
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