Trump-DeSantis: duelo de racistas en EU
A 20 meses de las elecciones en Estados Unidos, la carrera por la nominación republicana entre Donald Trump y Ron DeSantis se ha convertido en un duelo de racistas, o de xenófobos, o para ser precisos ambas cosas.
Para tranquilidad de los demócratas, quien lleva las de ganar es el expresidente.
En este momento las posibilidades de que DeSantis logre derrotar a Trump en la contienda interna son prácticamente nulas.
Las más recientes encuestas muestran que tiene una ventaja significativa sobre el gobernador de Florida.
En la más reciente medición de FOX News -que ahora apoya a DeSantis-, Donald Trump aparece con 43 por ciento de apoyo de los militantes, contra 28 por ciento del exitoso gobernador floridano.
Contra las aspiraciones de DeSantis opera el hecho de que los militantes ortodoxos y recalcitrantes, son los más disciplinados para votar en las elecciones primarias y Trump es el comandante de ese ejército.
Pero DeSantis ha lanzado una guerra cultural contra las minorías étnicas que podrían tener el efecto, no de darle el triunfo en la nominación primaria, sino de jalar la agenda de Trump todavía más a la derecha.
DeSantis se ha apropiado, por ejemplo, de la agenda anti inmigrante de Trump y ha hecho eco a las posturas xenófobas del gobernador de Texas.
Incluso va más allá, con la propuesta de medidas más drásticas que sus mentores políticos, o de la imaginación de cualquier radical.
Como muestra un botón. En febrero de este año propuso una legislación que castigaría con cinco años de cárcel a cualquier persona que transporte, oculte o dé albergue a indocumentados.
Y cuando la persona indocumentada sea menor de edad, ese castigo se elevaría a 15 años en prisión.
Es decir, una mamá que recoge a niños vecinos para llevar a la escuela, y por alguna razón uno de ellos es indocumentado, se va a la cárcel por 15 años.
Una persona acusada de esos delitos no será liberada hasta que haga su primera aparición ante la Corte. La sola acusación basta.
Las víctimas serán detenidas por la policía en calidad de testigos materiales.
En materia laboral, el proyecto de ley de DeSantis obliga a todos los empleados de Florida a usar un sistema de verificación, para determinar si el aplicante a un puesto de trabajo es o no indocumentado.
Convierte en un delito grave usar una identificación falsa.
Permite la revocación de una licencia de conducir si el empleador viola los requisitos de verificación laboral.
En materia migratoria no es menos drástico: prohíbe a gobiernos locales, condados, emitir tarjeta de identidad para indocumentados.
Requiere que los hospitales recolecten datos del estatus migratorio de sus pacientes.
Prohíbe becas universitarias a indocumentados.
Cierra todas alternativas que permiten a indocumentados ser liberados de los centros de detención.
No conforme con lo anterior, la estrategia de DeSantis es agitar las aguas a fin de provocar una guerra cultural en Estados Unidos: blancos contra los que no sean blancos.
Así lo demuestran algunas de sus políticas más controvertidas. Por ejemplo:
Busca eliminar los programas de diversidad e inclusión.
Prohibir de los programas de estudios avanzados, los de estudios afroamericanos en Florida.
Dificulta el proceso de votación de las minorías de color en Florida.
Aunque las posibilidades de triunfo DeSantis son casi nulas en este momento, el hecho de que haya merecido una atención desmedida y dardos envenenados por parte de Trump, sugiere que en el cuarto de guerra del expresidente se percibe que DeSantis es una amenaza.
No para Estados Unidos, sino para Trump. Y lo quieren neutralizar tempranamente.
Un dato que podría confirmar esa percepción es que, diferencia de lo que ocurrió en 2016, cuando el equipo de Trump desdeñó buscar el voto de sus militantes en la crucial primaria de Iowa, ahora han despegado una intensa movilización para ganar esa primaria.
Esto sugiere que Trump va a desplegar una campaña política mucho más disciplinada: va a acatar la experiencia de los operadores políticos experimentados, en lugar de actuar visceralmente por caprichos.
Trump toma en serio a DeSantis y no quiere sorpresas.
Se dice que las elecciones en Estados Unidos no son una carrera de velocidad, sino un maratón.
La dinámica política podría cambiar antes de las primeras primarias a inicios del 2024, pero de momento no existe una amenaza creíble contra la nominación de Trump.
Es una buena noticia para los demócratas, porque Trump es fuerte en la base republicana, pero no entre la población en general.
Trump-DeSantis. Un duelo de racistas y xenófobos se perfila en Estados Unidos.
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