El peso mexicano y las tres Leyes de Newton
Los análisis del “super peso” son abundantes en estos días. De alguna forma, vemos la fortaleza del peso como una señal de que todo anda bien. En mi caso, veo lo anterior como parcialmente justificable, aun pasando por alto que un tipo de cambio débil nos debería beneficiar, al menos en nuestra calidad de economía con orientación exportadora. El beneplácito por tener una moneda fuerte frente al dólar parece asociado a una interpretación ad hoc sobre lo que se pensaría es un reflejo de la presencia de fundamentales económicos sólidos y políticas amigables hacia los mercados. Lo anterior podría ser cierto, aunque también factores tales como las altas tasas de interés locales y la debilidad generalizada del dólar no deberían soslayarse. No obstante, vale la pena preguntarse si puede el peso apreciarse sin límites, sin ningún obstáculo de por medio. Abordo tal temática tomando la libertad creativa de partir de las Tres Leyes de Newton.
La Ley de la inercia: Un objeto no cambiará su movimiento a menos que una fuerza actúe sobre él.
El peso extiende sus ganancias de la mano de un clima de altas tasas de interés, las cuales continuarán elevándose mientras Banxico considere que las condiciones monetarias son lo suficientemente astringentes como para establecer las condiciones para que la inflación converja a su objetivo en el mediano plazo. Más aún, mientras los fundamentales macroeconómicos y fiscales sigan agudizando su favorable contraste con los de otras plazas emergentes que compiten junto con México por un lugar en un portafolio diversificado, la fortaleza del peso encontrará justificación. En el mismo sentido, mientras las cifras económicas y de inflación en EUA continúen alejando aún más el final del ciclo de alzas en la tasa de referencia en EUA, el dólar continuará debilitándose. Tampoco dejemos de lado la positiva narrativa que predomina hoy en día sobre el “nearshoring” y sus promesas, misma que se retroalimenta a sí misma y retrocarga exuberancia.
La Ley fundamental de la dinámica: Los objetos más pesados necesitan una fuerza mayor para moverlos.
Al igual que los bienes y los servicios, los participantes en los mercados de divisas consideran que las monedas tienen un “precio justo” o de “equilibrio”. De hecho, los desvíos de tal precio de referencia son considerados transitorios puesto que las monedas pueden alcanzar niveles donde son consideradas demasiado “caras” o “baratas” en exceso. De esta forma, se cree, a veces, desde una lógica de profecías autocumplidas, que entre más desviada esté una moneda de su precio de “equilibrio” más vulnerable o fácil será que sea llamada de regreso hacia su valuación más justa. Lo anterior sólo se agudiza si otras monedas que compiten con el peso mexicano guardan una valuación inversa. Desde esta lógica, es importante señalar que la fuerte apreciación que ha exhibido el peso, ya la coloca en territorio oneroso (por ejemplo, tómese en cuenta que el tipo de cambio real multilateral ya se encuentra desviado en más de dos desviaciones estándar de su media histórica).
La Ley del principio de acción y reacción: por cada acción hay una reacción en igual magnitud, pero en dirección opuesta.
Planteemos el escenario, no tan hipotético, de que en un futuro muy próximo, los participantes en los mercados se dan súbitamente cuenta de que han sobreestimado el espacio que Banxico tiene para seguir elevando las tasas de interés. Alternativamente, pensemos que la Reserva Federal de los Estados Unidos termina por convencer a los mercados, con ayuda de los datos económicos, que las tasas de interés permanecerán altas por un periodo realmente prolongado (más allá de lo internalizado en la curva de futuros). O de otra manera, supongamos que las cifras de avance económico durante la primera mitad del año sugieren la presencia de una moderada recesión local, lo cual aceleraría y amplificaría el inicio de un ciclo de relajación monetaria a nivel local. En todos los casos anteriores, es razonable pensar que el peso mexicano reaccionaría en dirección contraria, revirtiendo parcialmente sus ganancias a través de un debilitamiento frente al dólar. La corrección podría ser transitoria o extenderse, pero habría sido la manifestación de un movimiento contrario.
Todo lo anterior no pretende asociar la dinámica de la fluctuación cambiaria con las leyes de la física, sino tomarlas de pretexto para exponer una idea sencilla. La apreciación del peso tiene motivos claros, con una mezcla de factores locales y externos, mismos que una vez totalmente internalizados, dejarían de influir de manera tan evidente. En este sentido, un choque tanto externo como interno en la dirección opuesta podría llevar a una corrección en la cotización de vuelta a niveles menos apreciados en los siguientes meses.
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