¿Qué está pasando con el nearshoring’?
La semana pasada, la Secretaría de Economía dio a conocer las cifras de la inversión extranjera directa (IED) en México en 2022.
Los datos sorprendieron para mal, pues en el segundo semestre del año solamente hubo 6 mil 700 millones de dólares de IED, mientras que en el primer semestre se había presentado un volumen de 28 mil 700 millones.
Se esperaba una cantidad mayor en la segunda mitad del año a partir de que, en los últimos meses, se ha detectado un creciente interés de inversionistas extranjeros para relocalizarse en el país.
Son conocidas las múltiples historias de empresas extranjeras, desde norteamericanas hasta chinas, que pretenden instalarse en los estados del norte de la República, en el Bajío o en el occidente, para reducir su vulnerabilidad logística al estar ubicadas hoy en Asia y tener como principal mercado a los Estados Unidos.
Se esperaba que el llamado ‘nearshoring’ generara un volumen creciente de inversión foránea.
No ha sido así.
Ante esta circunstancia, ¿cómo explicar que la cifra que llegó en el último trimestre de 2022, y que fue de 3 mil 100 millones de dólares, sea incluso menor al promedio trimestral de los cinco años anteriores?
Hay dos posibilidades. La primera es que aunque en realidad haya muchas empresas que están interesadas en relocalizarse en México, hay pocas que ya hayan tomado esa decisión.
Se ha hablado en múltiples ocasiones de los problemas relativos a la falta de provisión de energía eléctrica, agua, infraestructura y recursos humanos entre los limitantes a la inversión.
También se han mencionado la falta de seguridad tanto pública como jurídica.
Todos estos factores podrían estar incidiendo en que las empresas en realidad estén invirtiendo poco.
La otra posibilidad es que lo que estemos presenciando sea un desfase temporal en la realización de las inversiones.
Por ejemplo, hace unos días supimos que BMW decidió invertir 800 millones de dólares en una planta para autos eléctricos en San Luis Potosí y estima que habrá otros 2 mil millones de dólares de sus proveedores, ese proyecto no se va a realizar de inmediato sino que va a ser quizás de 4 a 5 años.
Es probable que en otros lugares estemos viendo igualmente el inicio de proyectos que no se han materializado aún, pero que traerán flujos crecientes de inversión foránea en el curso de los siguientes meses o de los próximos dos a tres años.
Lo más probable es que la respuesta al por qué no hay volúmenes de inversión extranjera más elevados sea una combinación de los dos factores.
Hay más empresas interesadas en invertir que empresas que realmente realizan ya inversiones, pero al mismo tiempo es muy factible que haya muchos proyectos que estén apenas en sus primeras fases y que traigan consigo volúmenes de inversión crecientes en el curso de los próximos años.
Algunos piensan que los datos de inversión extranjera muestran que el llamado ‘nearshoring’ es un mito y que no tiene la capacidad para cambiar el perfil económico del país.
Difiero. Hay evidencias suficientes, por ejemplo, en materia de ocupación de parques industriales o adquisición de terrenos para la instalación de plantas que evidencian que el ‘nearshoring’ es un hecho y está realizándose.
Pero al mismo tiempo, sí es probable que se haya sobreestimado el impacto de corto plazo que puede tener este proceso.
Los datos de inversión extranjera directa, además, nos dejan ver que para realizar el potencial que trae consigo el llamado ‘nearshoring’ se requiere tanto un esfuerzo de promoción como la creación de condiciones para que las potenciales inversiones se hagan efectivas.
Si en México seguimos esperando que las inversiones lleguen por sí solas y que las empresas de modo automático tomen la decisión de invertir en nuestro territorio, en lugar de ir a buscarlas y promover las ventajas de instalarse en nuestro país, tendremos entonces un muy bajo nivel de relocalización.
Pero, además, si no se hace un mayor esfuerzo en crear las condiciones de infraestructura, capacitación, certidumbre, entonces el ‘nearshoring’ se podría convertir en una más de las grandes oportunidades que México ha perdido y no se podrá realizar su potencial.
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