La disyuntiva de México
México tiene la opción de reafirmar su vocación como parte de la zona económica de Norteamérica o seguir fantaseando con establecer una integración latinoamericana que no tiene futuro.
El pasado fin de semana, Brasil y Argentina, en el marco de las vísperas de la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que se realiza en Buenos Aires, anunciaron la discusión para la conformación de una moneda única para Sudamérica, para usarla en flujos financieros y comerciales, comenzando con las dos mayores economías de Sudamérica.
Si las autoridades mexicanas se suben a ese intento (no lo han hecho hasta ahora) estarán perdiendo el foco de dónde está la oportunidad económica que tenemos hoy: en Norteamérica.
Solo para poner contexto.
El 85 por ciento del total de nuestras exportaciones va para Norteamérica mientras que 2.2 a Sudamérica; 1.4 a Centroamérica y 0.4 por ciento al Caribe.
De las importaciones totales que realiza México, 45 por ciento proviene de Norteamérica; 3.4 por ciento de Sudamérica; 0.7 por ciento de Centroamérica y 0.2 por ciento del Caribe.
No hay ni la más cercana proporción.
Si vemos ahora el comercio de Estados Unidos, observamos que, del total de sus exportaciones, 15 por ciento va para México mientras que, a todos los otros países de Centro y Sudamérica, canaliza 11 por ciento.
En lo relativo a las importaciones que efectúa EU, 14.7 por ciento viene de México mientras que a todos los otros países de América Latina les corresponde 4.8 por ciento.
Para Brasil y Argentina, les es relevante el comercio que tienen entre sí, pero su relación con Norteamérica es irrelevante en términos relativos.
México debe tener claro que su futuro está en atraer inversiones de empresas norteamericanas, canadienses, europeas, asiáticas, que vean las oportunidades que ofrece el mercado norteamericano en su conjunto.
Ya hemos comentado ampliamente en este espacio las oportunidades que el proceso de relocalización industrial ofrece.
México debería estar visualizando cómo pasar a otras etapas de la integración económica con Estados Unidos y Canadá.
Cuando, en el año 2026 se haga una revisión integral del TMEC, uno de los temas que pueden ponerse sobre la mesa es avanzar de manera clara a fases nuevas de integración, como puede ser la de carácter financiero o bien en materia laboral.
Incluso, podría empezarse con temas sencillos como el establecimiento de aduanas norteamericanas en territorio mexicano, para poder acelerar el proceso de intercambio comercial.
Lo que se requiere inicialmente es una visión estratégica de cómo debe relacionarse México con el mundo y con sus vecinos cercanos.
Sin demérito de los lazos históricos y culturales que tenemos con los países latinoamericanos, la realidad es que en términos económicos tenemos muy poco que ver con ellos, como reflejan las cifras mencionadas, mientras que nuestra relación con Norteamérica en general y Estados Unidos en particular, es cada día más grande, como las ventajas y los problemas que ello trae consigo.
No queda sino desearle suerte a Brasil y Argentina en su intento de crear una moneda común, pero mientras más distante esté nuestro país de ese proceso, mejor nos va a ir.
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