Cómo la paridad del dólar se ha politizado
Ayer, la cotización del peso frente al dólar llegó a 18.65.
Desde el mes de agosto del año pasado, cuando el precio de la moneda norteamericana tocó un máximo en el último año, con 21.37 pesos, la revaluación de nuestra moneda ya fue de 12.7 por ciento.
El tipo de cambio en México, desde hace muchos años, es un asunto que rebasa con mucho los factores técnicos.
Se le atribuye a José López Portillo la frase: “un presidente que devalúa se devalúa”, lo que explicaba su reticencia a devaluar el peso pese a que no existía otra opción, en una etapa en la cual la autoridad controlaba directamente el tipo de cambio.
El ejemplo es de otros tiempos, pero ilustra la relevancia simbólica del tipo de cambio.
En otros países, la paridad de una moneda frente al dólar es otra variable económica. En México es una variable política.
Pero, además, con un sentido específico: mientras más fuerte esté el peso frente al dólar, eso significa que la economía está mejor y que el presidente en turno también lo está.
Es una visión muy generalizada, que por cierto no deben compartir los millones de familias que son receptoras de remesas, pues mientras más fuerte esté el peso, obtienen menos pesos por los dólares que les envían sus familiares.
Por esa razón, la discusión respecto a las razones de la apreciación de nuestra moneda y el probable desempeño del tipo de cambio adquieren casi de inmediato una connotación política.
A quien esto escribe le han criticado por no anticipar que el dólar podría caer debajo de los 18.80. El no hacerlo significa que no se está valorando correctamente que la fortaleza del peso se debe “a los méritos de la política del presidente López Obrador”, así concluyen muchos simpatizantes del presidente de la República.
Y, peor, si uno anticipa que en el mediano plazo tendremos una cotización del dólar que va a estar por arriba de los 20 pesos, prácticamente lo acusan a uno de saboteador.
Lo chistoso del caso es que también debieran hacerlo con los funcionarios de la Secretaría de Hacienda, que en sus Criterios Generales de Política Económica que enviaron al Congreso, establecieron un tipo de cambio esperado del peso frente al dólar de 20.60 para el fin de 2023.
Es decir, el propio gobierno espera una depreciación de poco más de 10 por ciento en lo que resta del año.
Los radicales de la 4T se cuidan de cuestionar a Hacienda, sería ridículo. Pero no lo dijera un analista independiente porque de inmediato lo crucificarían.
También, decir que el gobierno de AMLO nada tiene que ver con la paridad, como lo hacen diversos críticos, es una falacia.
Si no hubiera una política fiscal conservadora, que no genera preocupación entre los inversionistas, otra sería la historia.
Si no se dejara que el Banxico definiera la política monetaria de manera autónoma e independiente, igualmente, tendríamos otro escenario.
A pesar de los nombramientos hechos por el presidente López Obrador, la Junta de Gobierno de nuestro banco central ha decidido elevar el costo del dinero, aunque con ello provoque un encarecimiento de los intereses de la deuda pública.
Sí, el gobierno de López Obrador, por lo menos indirectamente, sí ha contribuido a tener un peso fuerte.
Pero, particularmente en las últimas semanas, cualquier persona familiarizada con la operación de los mercados financieros sabe perfectamente que el alza del peso deriva de la expectativa de menores incrementos de tasas en Estados Unidos.
Quienes pensamos –como Hacienda también lo hace– que en algún momento de este año el Banco de México dejará de aumentar sus tasas o incluso podría empezar a bajarlas, también anticipamos que el efecto de ese hecho será un alza en la cotización del dólar.
Y, cuando esto suceda, no dude que habrá críticas al banco central, a quien considerarán que le hace el juego a los conservadores, propiciando que el dólar se incremente de precio en un momento poco oportuno.
En este ambiente político nadie se salva.
Esperemos que en algún momento del futuro la racionalidad regrese a nuestra polarizada población, que hoy ve conspiraciones hasta en… el humo de los cigarros.
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