Sin dinero y con pasivos desbordantes
El subsidio a las gasolinas se está retirando gradualmente, lo que significa que cada vez está más cara y seguirá subiendo, a pesar de que ya se inauguró, desde hace siete meses, la refinería de Dos Bocas que a la fecha no refina nada, y que el gobierno compró la refinería Deer Park, que tampoco le representa gran beneficio al país.
En la más reciente comparecencia del director general de Pemex, Octavio Romero Oropeza, ante diputados, prometió que se alcanzará la autonomía energética en esta administración, es decir, que la petrolera ya no importará gasolinas porque estará en condiciones de atender la demanda nacional.
Otro cuento más del gobierno de cuarta, que resultó una completa decepción en las tareas de gobernar, aunque hay que destacar que su proyecto descansa en dos grandes columnas vertebrales, la mentira y la simulación.
La disyuntiva que tiene Rogelio Ramírez de la O, secretario de Hacienda, es mantener la liquidez del gobierno con parte de los recursos que se utilizan para sostener el subsidio de las gasolinas, o de plano, liberar el precio del combustible con el impacto brutal que significaría esto en la inflación.
La realidad es que el gobierno de AMLO tiene presiones de liquidez para cubrir el enorme gasto que representan sus tres obras faraónicas: el aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, además de los programas de política social, con tintes electorales que regalan dinero a un sector de la población.
Las administraciones de la Tesorería Federal a los gobiernos estatales se transfieren a cuenta gotas, incluso hasta la CDMX se ha visto afectada por el retraso en la entrega de los recursos; si no me cree estimado lector, observe lo que está pasando con el personal adscrito al Ooder jJdicial de la Ciudad de México, a quienes se les deben dos quincenas y aguinaldo, y de hecho, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, reconoció como un desfase en los pagos.
La fuga del dinero público se da por varias ranuras como la marcha de acarreados que organizó AMLO en su apoyo, y que costó de acuerdo a cálculos conservadores, 2 mil millones de pesos y en el dispendió en temas que no son prioritarios para mejorar la calidad de vida de los mexicanos, verbigracia, los conciertos que la jefa de Gobierno de la CDMX organiza en la plancha del Zócalo.
Ya no saben de dónde sacar dinero fresco, ya que la captación de ingresos por la vía de los impuestos se mantiene en niveles marginales y los recursos para contratar más deuda, se van como se reciben.
Entonces, entre las pocas alternativas que tiene la administración de AMLO para fondearse es darle un pellizco al subsidio de las gasolinas para seguir cubriendo, por lo menos el gasto corriente, el servicio de la deuda, las pensiones, los apoyos a un sector de la sociedad y por supuesto a las obras ya mencionadas.
Para nadie es un secreto que las elecciones se ganan con billete, por ello, ante los comicios del Estado de México en 2023 y los de 2024, se debe conformar un ‘guardadito’ para “su operación política”, ya que el resultado depende de ello.
La pregunta surge de inmediato, ¿de dónde saldrá ese recurso?
La estabilidad financiera de la 4T pende de alfileres porque una de las principales fuentes de ingresos, el petróleo, se encuentra en una caída de precios muy peligrosa para México.
La mezcla mexicana cayó 10.59 por ciento en noviembre y a las gasolinas, en especial a la Premium, se le cargará 4.6 pesos por litro de Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS).
Veremos qué tanto se desplaza el subsidio en la última parte del año y sobre todo para la cuesta de enero, en donde ocurre una nueva escalada de precios principalmente en la canasta básica y de alimentos.
La deuda externa que ha contratado AMLO en estos cuatro años, es ya del rango de la que adquirieron juntos Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Tan solo para el próximo año, la mayoría de Morena en la Cámara de Diputados aprobó que el Gobierno federal adquiera una deuda interna de 1.1 billones de pesos y una externa de 5 mil millones de dólares, es decir unos 110 mil millones de pesos al tipo de cambio actual.
La fracción panista de la Cámara baja, ha dicho que el gobierno de AMLO es el gobierno de la deuda y por ello pasará a la historia.
No se requiere ser economista para entender el caos financiero del actual gobierno, ya que con una simple aritmética se observa que los egresos superan por mucho los ingresos directos que perciben y por ello requiere endeudarse, además de buscar nuevas fuentes de financiamiento como: terminar con el subsidio a las gasolinas, ir por el dinero de las Afores o las reservas internacionales del Banco de México.
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