Jorge Manjarrez Rivera: ¿Nos vamos al mundial?
El próximo inicio del Mundial 2022 en Qatar es buen momento para realizar un breve repaso del posicionamiento de México en el entorno internacional.
De entrada encontramos que estamos en gran desventaja en aspectos relacionados con: Estado de Derecho, inseguridad, desigualdad, pobreza, percepción de la corrupción y competitividad, entre otros. Temas que se encuentran interrelacionados e impactan en un buen, o mal, gobierno.
La World Justice Project (WJP), organización internacional no gubernamental fundada en 2006, considera que el Estado de Derecho reduce la corrupción, combate la pobreza y protege a la gente de injusticias.
Esta organización elabora el Índice Global de Estado de Derecho (IGED), a efecto de realizar comparaciones internacionales para lo que toma en consideración ocho factores: límites al poder gubernamental, ausencia de corrupción, gobierno abierto, derechos fundamentales, orden y seguridad, cumplimiento regulatorio, justicia civil y justicia penal.
Con toda la polémica que puede haber en torno a la metodología para la elaboración de índices, y más aún de la comparación entre países, el reporte 2022 de la WJP destaca que México retrocedió por cuarto año consecutivo en el IGED, colocándose en el lugar 115 entre 140 países evaluados, empatado con Turquía y ligeramente arriba de Nigeria, República del Congo y Etiopía. El peor calificado es Venezuela en tanto que los mejores son Dinamarca, Noruega y Finlandia.
Esta deficiencia en el Estado de Derecho se refleja en la percepción de la inseguridad de los mexicanos. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del INEGI, 64.4% de la población de 18 años y más considera que, en términos de delincuencia, vivir en su ciudad es inseguro.
Por otra parte, el World Inequality Report (WIR), de la Universidad de Harvard, ha señalado que México es uno de los países con más desigualdad en el mundo: el 50% de la población recibe solo 9% del total del ingreso nacional, en tanto que el 10% más alto se lleva el 80% del ingreso. En otras palabras, si el total del ingreso nacional fuera un millón de pesos y la población total fuera de 100 mexicanos: 10 de ellos se llevarían 800 mil pesos (80,000 cada uno); 40 se repartirían 110 mil pesos ( 2, 750 per cápita) y a los 50 restantes les quedarían solo 90 mil pesos para repartirse (1,800 pesos cada uno). Así estamos.
Por ello, de acuerdo con el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad económica, México se sitúa entre los 25 países con peor distribución del ingreso de un total de 158 (Index Mundi).
En lo que respecta al combate a la pobreza también nos encontramos entre los peores lugares en el mundo. De acuerdo con cifras del CONEVAL y de la CEPAL, la población en situación de pobreza es de alrededor de 60 millones de personas y en condición de pobreza extrema 11 millones de personas. Esto podría agravarse ante las expectativas de inflación y bajo crecimiento económico.
Respecto al Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, México se ubica en la posición 124 de los 180 países evaluados, con una calificación de 31 puntos (en una escala de cero a 100, donde 100 es la mejor calificación posible).
De acuerdo con los datos anteriores, México sigue siendo el país peor evaluado en términos de percepción de la corrupción de los 38 países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Situación similar se observa en lo que respecta a desigualdad, pobreza y Estado de Derecho.
En relación con el Índice de Competitividad Internacional (ICI) elaborado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), México tiene un nivel bajo pues se encuentra en la posición 37 de los 43 países evaluados. Cabe destacar que el ICI mide la capacidad de generar, atraer y retener talento e inversión.
Lo anterior no sería preocupante si descalificaramos de un plumazo estos datos y la validez de los indicadores mencionados o si vivieramos en un mundo invertido. De hecho si hacemos un ejercicio al reves, lo que para algunos es factible en su realidad alternativa, ocuparíamos los primeros lugares en inseguridad, desigualdad, pobreza, ausencia de Estado de Derecho y falta de competitividad, entre otros.
Por otra parte, es justo reconocer que no en todo ocupamos los últimos lugares. Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), posiciona a nuestro país en los primeros lugares de obesidad infantil en el mundo y la Federación Mundial de Obesidad, reporta que México ocupa el 5º lugar en obesidad de la población adulta.
Asimismo, México es el primer consumidor de refrescos en el mundo con un promedio de 163 litros por persona al año, aproximadamente 40 por ciento más que el segundo consumidor, los Estados Unidos de Norteamérica (Universidad de Yale).
En consumo de cerveza nos encontramos en un honroso treintavo lugar, entre 180 países, pero con una tendencia creciente desde hace 8 años lo que nos alienta a seguir subiendo como la espuma.
Destacamos también en términos de contaminación ambiental; las zonas metropolitanas de la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, ocupan un lugar preponderante en el continente americano.
Por último, pero de gran relevancia social y económica, es que de los países que asistirán a presenciar el mundial de futbol en Qatar, México se encuentra entre los primeros 5 lugares con una participación de más de 60 mil aficionados; bien por ellos. Ojalá fueran 600 mil, 6 millones, o mejor aún 60, nuestro País sería otro, quizás con la misma pasión futbolera pero con mejor ingreso y mejor distribución del mismo.
Pero no es así. El crónico deterioro político, social, económico y cultural nos enfrenta a una realidad frustrante y poco esperanzadora, cuando menos a la mayoría del 90% de la población que recibe el 20 % del ingreso nacional.
Y la frustración y desesperanza de estos 60 millones de pobres y 50 de clase media que lucha por mantenerse en ese estrato, se traduce en resentimiento y pérdida de confianza en el gobierno, en los políticos, en las instituciones y en la democracia; contexto ideal para el fortalecimiento del populismo.
Al respecto, Ángel Rivero, en Populismo: ¿Cómo destruir la democracia en nombre de la democracia?, señala: ” Se produce una pérdida de autoridad de los políticos, de los expertos, de las voces que expresan la política de la verdad y aparecen como por ensalmo los vendedores de promesas y los desveladores de conspiraciones contra el pueblo”.
Y ellos son los que ganan las elecciones.
El autor es Economista, demógrafo y politólogo. Profesor de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Soy William Abrego, me uní como ejecutivo de SEO y me abrí camino hasta el puesto de Gerente Asociado de Marketing Digital en 5 años en Prudour Pvt. Ltd. Tengo un conocimiento profundo de SEO en la página y fuera de la página, así como herramientas de marketing de contenido y diferentes estrategias de SEO para promover informes de investigación de mercado y monitorear el tráfico del sitio web, los resultados de búsqueda y el desarrollo de estrategias. Creo que soy el candidato adecuado para este perfil ya que tengo las habilidades y experiencia requeridas.
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