Chiapas merece más. Un reclamo justiciero de un ciudadano chiapaneco al Estado mexicano
El Estado mexicano tiene una gran deuda con Chiapas. Por décadas, el gobierno federal no ha logrado construir un modelo económico capaz de garantizarle justicia y bienestar y combatir con eficacia la pobreza y la desigualdad social. El abandono ofende la dignidad humana de las y los chiapanecos.
Las cifras oficiales son contundentes. El exsecretario de Hacienda Arturo Herrera, en el marco de su comparecencia ante el Senado de la República con motivo del primer informe de gobierno del presidente López Obrador, proporcionó algunos datos sobre la situación de Chiapas. Según el reporte de Herrera, «de las 32 entidades federativas solamente hay una entidad cuyo Producto Interno Bruto per cápita no crece y esa es Chiapas». Después del 2000 a 2011 su tasa de crecimiento bajó hasta -3% y el INEGI reporta que de 2009 a 2018 el ingreso per cápita anual creció menos de 1%.
Por otra parte, las cifras que maneja la ONU en su programa de desarrollo consignan mayores crecimientos de los países centroamericanos en comparación con Chiapas: Panamá, 4.9; Guatemala, 3.5; Costa Rica, 3.0; Salvador, 2.5; Honduras, 2.4; Nicaragua, -1.9; y Chiapas, -3%.
De acuerdo con el Diagnóstico del crecimiento de Chiapas, elaborado en 2015 por Ricardo Hausmann, Luis Espinoza y Miguel Ángel Santos, del Center for International Development de la Universidad de Harvard, «Chiapas se encuentra en una trampa de baja productividad. Su principal problema es que tiene una economía de muy baja complejidad o sofisticación, que refleja sus pocas capacidades productivas.»
Coneval reporta que 8 de cada 10 personas en Chiapas son pobres; en 2018 76.4% son pobres y 29.7% viven en pobreza extrema. Esta realidad es inaceptable. Una vergüenza para el país y para las y los habitantes de esta entrañable tierra mexicana.
Las políticas públicas operadas por los distintos gobiernos federales no han dado resultados con excepción de algunas administraciones, en especial el periodo de gobierno 1998-2000 en el que, con gran apoyo del presidente Zedillo, Chiapas registró un crecimiento económico superior a 4%. Durante ese tiempo se destinaron importantes recursos del gobierno federal, del gobierno del estado y de la iniciativa privada orientados a reactivar la economía y generar empleos y bienestar.
Chiapas, por su ubicación estratégica y sus recursos, representa un enorme potencial para el desarrollo nacional. Tierra, mar, sol, agua, energía, recursos naturales, vientos, bosques y mujeres y hombres para la transformación y realización humanas.
Es lamentable que el presupuesto federal de 2023 no contemple suficientes recursos para programas específicos de desarrollo en esta entidad federativa. De nueva cuenta, las inversiones federales en infraestructura se destinan al norte y centro del país. Hay dos Méxicos: el del T-MEC y el olvidado del sur-sureste.
Es inadmisible que la única carretera importante para Chiapas era la Panamericana, construida por el presidente Alemán. Fue hasta el periodo de gobierno 1998-2000 que se iniciaron las construcciones de las modernas autopistas del estado: la Ocozocoautla–Las Choapas–México y Tuxtla–San Cristóbal, así como la carretera de la selva, entre otras. Quedaron pendientes las supercarreteras de San Cristóbal–Ocosingo–Palenque y San Cristóbal–Comitán-Cd. Cuauhtémoc. Algún día serán realidad.
Dos Bocas y el Tren Maya no favorecerán el desarrollo de Chiapas, a menos que este último llegue a Tapachula–Ciudad Hidalgo y a Tuxtla Gutiérrez–San Cristóbal–Comitán–Cd. Cuauhtémoc.
En el sector agrícola y el turismo encontramos enormes perspectivas. La rehabilitación de los existentes sistemas de riego y la construcción de los nuevos: el del Soconusco, con 50 mil hectáreas, y el del Grijalva, con 10 mil. Asimismo, la construcción del desarrollo turístico Palenque–Agua Azul–Yaxchilán y Bonampak es otro hallazgo promisorio del futuro de Chiapas. A estos programas y otros más se les debe dotar de amplios recursos presupuestales para reactivar la economía y combatir la pobreza del estado.
El presidente López Obrador no debe dejar pasar la oportunidad de servir a Chiapas. Ahí va a vivir y debería proponer un plan piloto de inversiones conjuntas con Estados Unidos y Canadá para convertir a nuestro estado en un ámbito de facilitación de oportunidades para la inversión privada y oficial, nacional y extranjera, construir infraestructura e iniciar en serio la industrialización con empresas conectadas a las exportadoras del T-MEC. Si los vecinos del norte no se suman a esta propuesta, el gobierno federal debe emprender esta trascendente tarea. Chiapas lo merece.
En carta dirigida al presidente y al canciller, como ciudadano chiapaneco, les propuse esta acción política y hasta la fecha no ha habido respuesta alguna. Tarde o temprano entenderán este reclamo justiciero. Volver los ojos a Chiapas y rescatarlo de su pobreza es principio elemental de justicia y pago obligado de una deuda histórica. Además de evitar un posible conflicto social y político en 2024.
Ojalá que las y los representantes populares, diputados y senadores de Chiapas se sumen, alcen la voz y aprueben recursos para estas propuestas concretas. Es por Chiapas. «Chiapas merece más».
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