Laura Zapata: ¿Cómo planear en una era de cambio climático?
Las temperaturas extremas que sufren este verano Europa y varias regiones del mundo evidencian el rápido avance del calentamiento global. El periódico El País señala que sólo en España se estiman 1,055 muertes, decenas de miles de hectáreas arrasadas por incendios forestales, así como fuertes pérdidas en el sector agrícola. En México, la sequía extrema ha llevado a cerca del 70% de la población a sufrir problemas de falta de agua.
De acuerdo con la última edición del Monitor de Sequía en México, al pasado 15 de julio, el 47,6% de la superficie del país experimentaba sequía. A nivel nacional, las lluvias siguen por debajo del promedio histórico y del pronóstico para este año. Los próximos meses veremos un incremento en los precios de los alimentos, e incluso escasez de estos. El futuro no se ve nada halagüeño.
Pareciera que esto nos ha tomado por sorpresa, así como lo fue el Covid. Lo cierto es que, desde hace más de 30 años, los científicos llevan avisando de un aumento del impacto de las olas de calor por el cambio climático y las sequías extremas a nivel mundial. La gran preocupación es que esto es sólo el principio, lo que viene es todavía peor. Las emisiones de CO2 siguen aumentando en la atmósfera y hay múltiples señales que apuntan a serias dificultades en el camino político hacia la mitigación o freno de este cambio climático.
Ante este panorama, está claro que el calor y la escasez de agua son temas en la agenda global, pero la gran cuestión es ¿cuánto más vamos a dejar como humanidad que se caliente la Tierra? Nos ha tocado ignorar por mucho tiempo esta información, pero cuando nos toca sufrirlo en carne propia es cuando mejor nos damos cuenta de la urgencia de actuar. Lo alarmante es acostumbrarnos a vivir con dos, tres o cuatro semanas al año con temperaturas por encima de lo habitual, bañarse con media cubeta y esperar la pipa con agua, y volver normal algo que no debería serlo. El aire acondicionado y la cisterna ayudan a mitigar el golpe y pareciera que nos hace olvidarlo.
Las soluciones imprevistas (e imprecisas) que estamos viviendo no resuelven el problema desde su origen, no estamos identificando alternativas de solución con un impacto más allá del entorno local o regional. Lo que estamos viviendo expone la evidencia de una gran injusticia territorial y, sobre todo, generacional; los que vivirán la peor parte son las nuevas generaciones que van a heredar un problema creado por otros.
Lo vivido este verano nos brinda la oportunidad de repensar la forma en que planeamos nuestra vida, las actividades organizacionales, incluso la agenda nacional. El entorno incierto y poco predecible en que vivimos requiere que incorporemos en nuestros procesos de planeación tres elementos fundamentales: una amplia sensibilidad del entorno, una capacidad de adaptabilidad a lo desconocido y, una estrategia dinámica y distintiva.
• Sensibilidad del entorno. En un entorno incierto, necesitamos ser capaces de anticipar los cambios, entender las tendencias del mercado, analizar la historia, la información disponible y prospectar diferentes escenarios, alguno de ellos ayudará a mitigar el cambio climático.
• Capacidad de adaptabilidad a lo desconocido. El cambio es constante, por tanto, hemos de ser capaces de aceptarlo y transformar no sólo lo qué hacemos sino lo que somos. Lo que debe destacarse es una tendencia a cambiar el énfasis de la eficiencia de los procesos industriales a un enfoque en la sostenibilidad. Hay un cambio gradual desde un enfoque de calidad del proceso hacia una comprensión más compleja de la excelencia y la sostenibilidad, lo cual implica un uso eficiente y efectivo de los recursos renovables.
• Estrategia dinámica y distintiva. Esto será posible alineando los dos puntos anteriores con un elemento clave, la innovación. La innovación juega un papel esencial en la transición hacia un mundo más sostenible, incluso en muchos países la innovación y el desarrollo sostenible se caracterizan por un cambio constante e impredecible, dada su naturaleza dinámica y compleja. Ambas se han convertido en motores clave para la supervivencia de las empresas y el crecimiento de los países.
El futuro parece estar lleno de incertidumbre y caos. En el caso del cambio climático, los investigadores nos proveen de información clara y precisa; está en nosotros ser responsables de actuar, de incorporar dicha información a nuestros procesos de planeación y diseñar estrategias distintivas pensando en las nuevas y futuras generaciones, con un fuerte impacto en la sustentabilidad. El futuro no solo está lleno de incertidumbre y caos, también está lleno de muchas posibilidades; construyamos hoy escenarios para un futuro sostenible.
La Dra. Laura Zapata Cantú es Decana Asociada Académica de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey y profesora investigadora en estrategia empresarial, gestión de conocimiento e innovación. Obtuvo su doctorado por la Universidad Autónoma de Barcelona.
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